miércoles, 28 de noviembre de 2012

No se muere, me lo han matao (Elegía a un bar)

Hoy ha muerto una parte de mi alma. En realidad, morirá el próximo 1 de enero. Según me han confirmado fuentes cercanas, el mejor bar de Pamplona para quien escribe morirá estas Navidades. Y con él morirá una parte de mí. Estos tres años han sido una experiencia grandiosa, bonita mientras duró. Un romance a primera vista, porque lo bueno no sólo se encontraba en el exterior, también en el interior, una vez que conoces los distintos recovecos y algunos detalles escondidos.


Morirá con el fin del año. Qué cruel ironía. Lo van a enterrar el día de mayor celebración del año. Pero no se muere, me lo han matao.

No será el mejor bar, ni el más bonito, ni el mejor decorado (una motocicleta junto a marionetas colgadas del techo, luces de navidad, banderas de la a partir de hoy Gloriosísima República de Eire...), pero tiene algo que me ha hecho acudir religiosamente cada semana o cada dos a echar alguna hora, una mística yo no sé si irlandesa o pamplonesa que, diablos, me hacía sentir como en casa. Incluso comparto hasta uno de esos golpes tontos que te pegas en el hogar, como cuando golpeas el meñique o te das un cabezazo contra el marco de la puerta. Hace poco no una, sino dos veces, mi cabeza impactó contra el pie de madera de un arlequín colgado del techo. Porque en el Jumping Jester hay arlequines en el techo lo mismo que hay una bicicleta en una estantería.

El sitio era un poco caro, sí, pero oye, que yo no soy de los que gastan mucho en fines de semana, así que salía a cuento. La música, la estética y la calidad de esas patatas bravas, junto a las tiras de pan calentito para sopar en la bandejita con tres salsas (barbacoa, mayonesa y algo más picante que nunca he sabido qué es). Todo a cuento, conjugado y de acuerdo con la ocasión, la estética y el ambiente. Y, aunque no me gustan, unos GinTonics de nivel, por lo que me han contado quienes sí los han probado.

No era tampoco el bar más frecuentado de Pamplona, ni el más animado. Como digo, no era el mejor, seguramente. Pero así soy yo, igual un poco por la herencia de la tradición cristiana en la que me criaron, y por haber vivido siempre en segundo plano y a la sombra de otros, soy de los que buscan el encanto en otros aspectos. Soy del Real Murcia y de Osasuna, equipos perdedores. Lo poco que he visto de Nápoles me ha encantado (ciudad sucia y para nada bonita). He acabado de cogerle el gustillo a la etapa oscura de AC/DC (Ballbreacker o Blow Up Your Video, por ejemplo) al igual que sus grandes éxitos. Me gusta el cine de ciencia ficción no convencional, visto de forma sencilla. Siempre he jugado de defensa central en un patio de colegio lleno de delanteros obsesionados con el gol, y siempre me sentí más atraído por las chicas, como llamo yo, "de segundo perfil" (aquellas que viven eclipsadas por las 'tías buenas'), más guapas incluso y más auténticas, y en las que ningún tío se fija, porque esos tíos no se dan cuenta de lo bueno de las cosas. Yo estoy con vosotras, creedme.

El Jumping Jester era mi chica de segundo perfil. Apenas tengo amigos que lo conocían, muchos menos iban algún que otro rato, y, desde luego, su teórico aislamiento lo convertía en un sitio poco usual para los fiesteros, más cercanos a discotecas de arrimar carne o bares de pintxos del centro histórico. Totalmente comprensible. Todos queremos ganar y por eso España es blanca o azulgrana. Pero esa crítica a nuestra España partida en dos me la dejo para otro día.

He llegado a casa consternado después de una sesión en el Jumpint Jester. Me he servido un par de copas de vino barato para aliviar las penas y se lo he contado a algunos amigos. Especialmente a uno que me prometió visitarme y venir desde Murcia hasta aquí a pasar algún fin de semana, un día de estos. Y yo le iba a llevar al Jester, como si le presentara a mi novia y buscara su aprobación. Son las 4 y pico de la madrugada y después de una breve sesión de estudio, una charla por Skype con amigos y un par de copas de vino blanco del barato del Caprabo, (un par de copas más de lo que estoy acostumbrado) aquí estoy redactando melancólico estas líneas de réquiem. Porque me duele mucho, joder. Me ha sentado como una patada justo ahí, donde duele, porque cuando te pegan en la entrepierna duele de primeras, pero cuando crees que te has recuperado el dolor te sube por la barriga y te mareas.

¡No se muere, me lo han matao! En enero no sé en qué se travestirá este bar, propiedad de alguien más pendiente del negocio que del romanticismo. ¡Si ya no nos queda el amor, en qué vamos a creer? Nos han quitado la ilusión, la esperanza, el conocimiento, y encima nos han reducido a meros autómatas sin nada en nuestro interior.

Y ahora, ¿con qué cara voy a mirar yo al local del número 14 de calle Iturrama código postal 31007 Pamplona Navarra? Como cuando reconoces por la calle a algún antiguo amigo del colegio, y le miras con gesto de desaprobación, y piensas "Tío, ¿en qué te has convertido?".

Es una parte de mi alma. Yo me identificaba con ese bar. Ese bar era parte de mí. Como un Horrocrux, ya puestos. Era mágico también, sí.

Antes o después de acabar exámenes acudiré por última vez. Iré a presentar mis respetos y luego me volveré a Murcia. Echaré alguna foto en alguno de los rincones para la eternidad. Más adelante tendré que buscar un sucedáneo, otro bar en el que pasar los ratos. Pero eso ya se verá. Hoy sólo importas tú, que te han hecho romperme el corazón.

Hoy en el informativo dijeron que en Pamplona "llovía mucho". Maldita escoria superficial, hoy en Pamplona no cae agua, ¡hoy Pamplona llora por la trágica muerte anunciada!

Si Dios, la suerte, Fortuna, el Destino o quien diablos maneje los entresijos del mundo y de la vida fuera mínimamente condescendiente, en enero el Jester no tendría que cambiar un ápice.

O Fortuna!
Hac in hora
sine nora
cordum pulsum tangite;
quod per sortem
sternit fortem,
mecum omnes plangite!

¿Por qué, oh, ministro Ruiz Gallardón? ¡Apelaría a la Justicia Divina, pero no me fío un pelo de esas tasas de las que hablan los periódicos! Fuerzas de lo desconocido, yo os invoco.

Si en los próximos días alguien se pasa por el JJ, que piense en este humilde escribano. Porque le van a matar 3 de los 20 años de su vida.

Elegía, de Miguel Hernández:
"Yo quiero ser llorando el hortelano
de la tierra que ocupas y estercolas,
compañero del alma, tan temprano.

Un manotazo duro, un golpe helado,
un hachazo invisible y homicida,
un empujón brutal te ha derribado.

No hay extensión más grande que mi herida,
lloro mi desventura y sus conjuntos
y siento más tu muerte que mi vida."

Me despido con Hear Me Lord de George Harrison.
"Forgive me lord
Please those years when I ignored you
Forgive them lord
Those that feel they can't afford you"

Recen una oración por su alma

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